Berliner Tageblatt - Helga Pigorova, una política opositora rusa que niega ser "colaboracionista"

Helga Pigorova, una política opositora rusa que niega ser "colaboracionista"
Helga Pigorova, una política opositora rusa que niega ser "colaboracionista" / Foto: ©

Helga Pigorova, una política opositora rusa que niega ser "colaboracionista"

Cuando Helga Pirogova llegó a la reunión del consejo municipal de la ciudad rusa de Novosibirsk el 16 de marzo, lucía una camisa azul y una corona de flores amarillas sobre su cabeza. Los colores de la bandera de Ucrania.

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Con la represión a toda máquina contra los críticos del Kremlin, su indumentaria no pasó desapercibida en Rusia.

"¿Por qué lleva una corona mortuoria en la cabeza? Esto trae mala suerte", le dijo Serguéi Bondarenko, diputado local del partido Rusia Unida, de Vladimir Putin.

Pero Pirogova, de 33 años, no es de las que se dejan amilanar.

"Era mi forma de expresarme, de decir, sin palabras, lo que pienso de esta situación", explica a AFP esta joven de grandes ojos verdes, sin explayarse demasiado.

Denunciar la ofensiva en Ucrania de forma demasiado explícita puede llevar a la cárcel. El poder ruso ha reforzado su legislación contra la publicación de "informaciones falsas" sobre el ejército o toda acción que lo desacredite.

"Yo no respaldo ningún conflicto y esto que se ha producido es una inmensa tragedia para todo el mundo", dice con prudencia Pirogova, que tiene una formación de maestra y experiencia en marketing.

Desde el otoño boreal de 2020, es consejera municipal independiente en Novosibirsk, una gran ciudad industrial en Siberia.

En este sentido, forma parte de los últimos opositores rusos todavía activos. Los otros han huido del país por temor a ser perseguidos o detenidos, como Alexéi Navalni, en prisión desde hace más de un año.

Al ser elegida en el consejo municipal, Helga Pirogova integraba una coalición que reunía a aliados de Navalni y candidatos independientes que - como un hecho excepcional - tenían derecho a presentarse a la votación.

Uno de ellos, Serguéi Boiko, responsable de la sede regional de Navalni, resultó elegido por sorpresa general junto a Pirogova.

Pero la euforia duró poco. En enero de 2021, Navalni fue detenido al volver a Rusia tras recuperarse en Alemania de un envenenamiento. En junio, sus organizaciones fueron prohibidas por "extremismo" y la mayoría de sus adeptos huyó del país.

El pasado diciembre, Serguéi Boiko tomó también el camino del exilio.

- "Mi país es pacífico" -

En apenas un año, Pigorova ha visto cómo se apagaban las últimas luces de algún tipo de "libertad política" que hubo en Rusia.

"El sistema político es ahora tan opresivo y la represión ha explotado de tal forma que la gente no solamente tiene miedo de decir el nombre de Navalni, sino que también está prohibido usar ciertas palabras" para describir la ofensiva en Ucrania, lamenta.

El simple hecho de hablar de "guerra" para describir esta intervención militar puede conducir a la prisión en virtud de una ley que castiga lo que las autoridades entienden como "informaciones falsas".

Desde el inicio de la ofensiva, Pigorova ha visto cómo florecía en su ciudad la letra "Z" en "autobuses o paneles publicitarios". Esta letra, inscrita en los blindados rusos en Ucrania, se ha convertido en señal de respaldo al ejército.

Además, varios opositores todavía en Rusia han descubierto en los últimos días "Z" inscritas en sus puertas con mensajes acusándolos de "colaboracionista".

A mediados de marzo, Vladimir Putin pidió personalmente una "autopurificación" de la sociedad rusa ante los "traidores".

Helga Pigorova, pese a estar comprometida con la oposición, no se considera "evidentemente" como "una colaboracionista" ni como una traidora. "Mi país es pacífico, culto y bonito. Y un gobierno agresivo hace todo para que olvidemos esto", afirma.

Con modestia, rechaza verse entre "los últimos mohicanos" y asegura recibir a diario numerosos mensajes de apoyo de allegados y desconocidos.

Por ahora, la mujer asegura no haber sufrido presiones concretas. "El miedo está allí, pero eso no quiere decir que no haya que hacer nada", afirma, asegurando que quiere seguir en su país el máximo tiempo posible.

¿Ve todavía una luz de esperanza para Rusia? "Por supuesto, si no, ¿de qué serviría todo esto?", responde sin dudar y esbozando una gran sonrisa.

M.Ouellet--BTB